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La Alimentación & Las Emociones

La alimentación puede influir en nuestras emociones de diversas maneras. Por ejemplo, ciertos nutrientes pueden afectar la producción de neurotransmisores que regulan nuestro estado de ánimo, como la serotonina y la dopamina. Además, ciertos patrones alimentarios, como el consumo excesivo de alimentos procesados y azucarados, se han relacionado con un mayor riesgo de depresión y ansiedad.

En un estudio realizado en el Reino Unido, se encontró que los participantes que consumían más frutas y verduras tenían un menor riesgo de presentar síntomas depresivos en comparación con aquellos que consumían menos. Además, una revisión de 26 estudios encontró una asociación entre el consumo de pescado y una menor prevalencia de depresión.

Por otro lado, una revisión de estudios encontró que el consumo de alimentos procesados y azucarados se relacionaba con un mayor riesgo de depresión. Otro estudio observacional encontró que las personas que seguían una dieta mediterránea, caracterizada por un alto consumo de frutas, verduras, legumbres, nueces, pescado y aceite de oliva, tenían una menor probabilidad de presentar síntomas depresivos.

Además, el acto de comer en sí mismo puede afectar nuestro estado de ánimo. Un estudio realizado en Estados Unidos encontró que los participantes que comían alimentos más saludables tenían una mayor sensación de bienestar en comparación con aquellos que consumían alimentos menos saludables. También se ha encontrado que comer en compañía de otros puede mejorar nuestro estado de ánimo y disminuir los sentimientos de soledad.

En conclusión, la evidencia científica sugiere que una dieta saludable y equilibrada, que incluya alimentos ricos en nutrientes y bajos en azúcares y alimentos procesados, puede tener un impacto positivo en nuestra salud mental y emocional. Es importante recordar que la alimentación es solo uno de los muchos factores que influyen en nuestras emociones, y que cada persona es única y puede responder de manera diferente a los alimentos y patrones alimentarios.

  1. Opie RS, O'Neil A, Itsiopoulos C, et al. The impact of whole-of-diet interventions on depression and anxiety: a systematic review of randomised controlled trials. Public Health Nutr. 2015;18(11):2074-2093.

  2. Mujcic R, J Oswald A. Evolution of Well-Being and Happiness After Increases in Consumption of Fruit and Vegetables. Am J Public Health. 2016;106(8):1504-1510.

  3. Grosso G, Pajak A, Marventano S, et al. Role of omega-3 fatty acids in the treatment of depressive disorders: a comprehensive meta-analysis of randomized clinical trials. PLoS One. 2014;9(5):e96905.

  4. Sánchez-Villegas A, Toledo E, de Irala J, et al. Fast-food and commercial baked goods consumption and the risk of depression. Public Health Nutr. 2012;15(3):424-432.

  5. Sánchez-Villegas A, Henríquez P, Bes-Rastrollo M, Doreste J. Mediterranean diet and depression. Public Health Nutr. 2006;9(8A):1104-1109.

  6. Smith AP. An investigation of the effects of a healthy



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